(Luce una gran sonrisa mientras todos aplauden, y sube las escaleras hasta el escenario). Gracias, gracias. (Continúa sonriendo hasta que los aplausos cesan y junta las manos). Es un verdadero placer estar aquí, con vosotros. Sé que ahora mismo nos encontramos en un momento muy serio, y que parece imposible salir de este laberinto de paro, corrupción y tristeza. Pero aquí me tenéis. Mucha gente me dice que soy un héroe (haciendo un gesto cómico cual súper héroe), pero en realidad, únicamente he aprendido a vivir con esperanza cuando no tenía ni razón para hacerlo. El fin de mi visita a vuestro colegio es que no tengáis miedo a luchar y no conseguir nada. (El público suelta una risa nerviosa) Sí chicos, parece irónico pero tan sólo paraos a pensarlo. (Tras una pausa de reflexión) Podéis ser felices sin nada, solo debéis cambiar vuestra mentalidad (señalando su cabeza). Nos enseñan que la felicidad va de la mano del dinero (con gesto de lamento) y no, no tienen nada que ver.
Empezaré con mi historia. Nací en el seno de una familia pobre, conseguí pagarme los estudios y, al tener que trabajar en la panadería de mi madre, no conseguí aprobar todo. Tampoco tuve dinero para pagarme la carrera de nuevo, así que me metí de reponedor en la gasolinera del barrio más peligroso de la ciudad. Allí me topé con una mujer de la que me enamoré, todo iba tan bien... (Suspirando) Un año más tarde nos casamos y mudamos a un pequeño piso . A penas teníamos para comer y ella sufría tanto estrés que comenzó a pagarlo conmigo. Sufrí verdadero maltrato físico y psicológico y en varias peleas llegó a amenazarme con la muerte (en el público se produce un extenso silencio). Tenía miedo. Poco después nació nuestra hija, Ainhoa. Yo esperaba que nos uniese, pero no fue así. Esa misma semana Celia, mi mujer, me llamó diciendo que su madre había muerto en un accidente de tráfico. Al parecer se volvió loca y de la rabia mató a mis dos padres. La justicia de este país es tan buena que aún no hay fecha para el juicio, y , por si fuera poco, al irse de casa, Celia se llevó a mi hija, a la que no he vuelto a ver y por lo que tampoco hay fecha para el juicio. (Se le escapa una lágrima) Como comprenderéis, (limpiándose la lágrima con la manga de la camisa) lo único que deseaba en esa época era morir, no me quedaba nada, ni siquiera sabía donde encontrar a mi hija y dejé el trabajo porque me recordaba a mi mujer. Reconozco que no fue lo más correcto, pero no podía seguir allí. Al no recibir ningún tipo de ingresos, me desahuciaron a los seis meses de lo ocurrido (se rasca la cabeza con ambas manos). Pasé un año entero viviendo entre cartones y recibiendo duras palizas (señalando una larga cicatriz en su brazo izquierdo) de aquellos que, en la misma situación que yo, me obligaban a huir de lo que ellos llamaban sus "sitios"( subiendo y bajando los dedos índice y corazón de sus dos manos). Me alimentaba muy mal. Por suerte, todo cambió el día que un buen hombre me ofreció su hogar y comida a cambio de llevar su oficio, porque él era muy mayor para eso. El hombre, para el que aún trabajo, era dueño también de una revista y escribió un artículo sobre mí(señalándose el pecho). Me hice realmente famoso y no paraba de recibir ofertas de trabajos realmente buenas, pero rechacé todas, me parecería un insulto ganar tal cantidad de dinero para mi yo del pasado y para los que aún viven en esa lamentable situación.
(Mientras señala al público) Nunca, nunca, nunca os avergoncéis de vuestro yo del pasado. Soy feliz y a pesar de que haya mejorado mi situación, a penas tengo dinero, pero lo importante es ser feliz, la esperanza me acercó a ese hombre. Podría haberme pasado el resto de mi vida robando, pero pedí, y luché (poniendo las manos en puño), hasta que me ayudó alguien.
Da igual la situación donde os encontréis, no perdáis la esperanza, pues con esfuerzo y constancia, todo llega, y, sobre todo, sed humildes, eso es todo. Gracias. (Baja del escenario mientras se despide con la mano y el público aplaude emocionado fuertemente)