Un campesino chino se fue a la ciudad para vender la cosecha de arroz y su mujer le pidió que no se olvidase de traerle un peine. Después de vender su arroz en la ciudad, el campesino se reunió con unos compañeros y bebieron. Después, un poco confuso, en el momento de regresar, se acordó de que su mujer le había pedido algo, pero ¿qué era? No lo podía recordar. Entonces compró en una tienda para mujeres lo primero que le llamó la atención: un espejo. Y regresó al pueblo.
El alcohol cada vez le afectaba más y comenzaba a sentirse realmente mareado, incluso sufría alucinaciones. No recordaba el camino a casa, y ese espejo era tan pesado para él en esos momentos que casi no podía ni andar. Finalmente se dio por vencido en un banco y allí durmió dos horas. Al despertar, el espejo ya no estaba, por lo que rescató un sucio peine del fondo de la basura como regalo improvisado para ella. De vuelta a su hogar, dio un baño al peine bajo la fuente del pueblo, y continuó el resto del camino contemplando su brillo, una vez limpio. Resultó ser que a su mujer le encantó, y tuvieron una romántica cena en casa.
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