domingo, 12 de abril de 2015

Ella misma (Colaboración Parte 2)

¡Hola! Este es un texto escrito por mi amiga Lucía ( http://esteblogrealmentenoexiste.blogspot.com.es/ ) y por mí. Os recomiendo leer antes la primera parte.
Está todo escrito por Whatsapp, por lo que no esperéis que esté redactado a la perfección.
Espero que os guste, porque nos ha llevado un tiempo como veréis :) 



Aún así, ese hecho termina convirtiéndose en una excusa para reírse en silencio cada vez que tiene la oportunidad de observar cómo una de esas personas hace el ridículo para mantener su estúpida reputación de "loco" o "divertido" mientras sus amiguitos gritan a su lado y se ríen como si fuera gracioso, aunque saben bien que no lo es. Si es que esto de las etiqueta y de tener que actuar de tal forma para ganárselas era de lo más absurdo en su opinión. No vas a volver a ver a ninguno de tus compañeros del colegio,así que, ¿para qué?
Llegará el día en el que ella decida ir poniendo sus propias etiquetas, aunque todas serían parecidas, con términos como *falso amigo* y *payaso sin gracia*, y no serían divertidas. Pero para ella está bien ver el mundo desde su propia perspectiva, aunque muchas veces, no sea la perspectiva de los demás y se sienta estúpida por ello.
En el fondo, se sentía más madura e interesante que el resto por esa misma razón, suponía que sería la única persona de su entorno que se divertía manteniendo una vida "interior" o una charla consigo misma sobre lo que ocurría a su alrededor y en ese sentido se sentía afortunada, pues no dependía de nadie y no tenía miedo de estar sola, simplemente se divertía observando.
El hecho de ser independiente era una suerte para ella, ya que podía ir al cine ella sola y disfrutar tranquilamente de la película, o ser capaz de llegar a clase y sentarse sin sentirse obligada a saludar al resto. Simplemente vivía su vida sin ataduras, sin sentirse obligada a hacer nada, y poder organizarse su tiempo sin preocuparse de asuntos externos.
Y otra vez, mientras se sentaba sola en clase y contemplaba a sus compañeros, tenía el honor de ver cómo se daban dos besos y seguidamente se dedicaban a perseguirse por los pasillos. Todas las mañanas. Se notaba demasiado que su actitud de diversión estaba totalmente forzada. Y es que ella no exageraba cuando comparaba su vida con un bucle continuo.
Un bucle, que se resumía en una aburrida rutina. No hacia nada fuera de lo común, ni hacia ejercicio normalmente ni se aplicaba ningún tratamiento. Simplemente era ella. No quería entrar en los límites de ceñirse a los cánones de belleza actuales, aunque muchas veces le gustaría poder mirarse al espejo y estar contenta con como es.
También se sentía confusa en este campo. No se sentía lo suficientemente mayor, y tampoco salía a menudo a la calle con gente de fuera de su familia, por lo que no se maquillaba y a penas se preocupaba por la ropa que vestía, pues le parecía absurdo. Al mismo tiempo, envidiaba a las chicas que veía a las que les quedaba tan bien su maquillaje o ropa (aunque fuese de moda, y eso que a ella no le gustaba).
Esa misma tarde no cesó de buscar los mejores productos de cosmética en su portátil, y por supuesto, al mejor precio. Primero comenzó escribiendo las cremas y jabones faciales, seguidamente las mascarillas y por último, el maquillaje. En la última parte de la lista, no quiso incluir rimel, pues no le gustaba nada y le parecía demasiado artificial. Siendo realistas, el maquillaje que había encargado era muy suave, acorde con su forma de ser. Tras pedir todos los productos, bajó a la calle, a la droguería de la esquina.
Tras dar unas cuantas vueltas por aquel lugar, empezó a comparar precios y calidad de los champús y acondicionadores, intentado elegir el mejor posible, dentro de sus escasos conocimientos. Tras acabar sus compras, regreso a su casa, y allí le esperaba su encargo de cosmética.
Al llegar a casa, revisó su lista, mientras ordenaba todas sus nuevas adquisiciones en el estante del aseo. Algo no la cuadraba. Se había olvidado del tinte de pelo. Preguntó a su madre si podría bajar al siguiente día a la peluquería, pero al ser su respuesta negativa (como siempre que preguntaba por algo de su ocio) volvió a bajar a por un tinte para hacerse mechas de color.
Esta vez no quería nada suave. Había optado por un color fantasía, y en su pedido había encargado un color azul neón, cosa difícil de encontrar. Cada tienda a la que iba, tenía tintes de colores "naturales", pero que hasta ella se daba cuenta que nadie nacía con ese pelo de color. Dejando una larga búsqueda atrás, se rindió. A pesar de lo deseosa que estaba de poder tener unos pequeños rayos de color en su pelo, decidió darse por vencida y comenzar con la elección de la ropa. Mientras se encontraba montando toda esa parafernalia, se dio cuenta de que lo que estaba haciendo no servía para nada. Tantas historias, ¿para qué? Al fin y al cabo, ella nunca dejará de ser ella, por mucho que intente creer lo contrario. Toda la ropa, todo el maquillaje, y todos los cuidados, solo formaban una cubierta que no le dejaba ser como ella era. Ella siempre fue, es, y será, la persona apática de la clase, la que siempre está en su mundo, y la rara. Pero al fin y al cabo ella solo podría ser ella misma, y así encontraría a su “alguien perfecto” y lograr a ser feliz con cómo es. Todo eso, con su cuerpo, su carácter.. Siendo Ella misma.

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