`Vive justo allí, al lado de la diminuta haya roja´
Esta era la dirección de la casa de Ainhoa, pues al llamarme para invitarme a jugar a su casa, me mandó al pueblo vecino, y me recordó que nada más llegar, preguntase a algún anciano por su casa, y él me daría las indicaciones para llegar. Todo esto es porque mi amiga vive apartada, en medio de un prado que rodea el pueblo, y donde sus padres construyeron la casa no hay ni calle, ni dirección para encontrarla, ¡ni siquiera código postal! En fin, nunca entenderé el porqué de querer vivir apartado de la civilización.
Ainhoa también me dijo el nombre del pueblo cuando me llamó, `Villa orilla del limón´, por lo que decidí llegar allí con una hora de antelación para bañarme y comerme un limón, como bien indica el nombre. Pero, para mi sorpresa, no encontraba ninguna de las dos cosas, así que me dirigí a una niña sentada que abría cocos con una piedra y le pregunté:
- ¿Por qué no encuentro ni una playa ni un limón en este pueblo?
A lo que me respondió:
- ¡Ah! Ha de usted ir a otro lugar, porque ni ahí ni allá encontrará nada de lo que busca.
Habría tenido que pensarlo antes, el nombre solo era un nombre... De la rabia que me da, decido coger un puñado de hormigas y seguidamente lo echo en un charco. Más tarde me siento mal, pero ya no puedo hacer nada. Diviso la famosa haya roja y me acerco. Estoy frente a una cabaña que parece haber sido forrada con plantas de todo tipo. Estoy cinco minutos observando hasta que encuentro la puerta por que se entra y llamo al timbre.
-¡Ay! -escucho- ¡qué susto!- Dice Ainhoa mientras abre la puerta.- ¿Qué haces aquí? Puedes venir mañana, ¿verdad? Resulta que mi aya está enferma y nos marchamos justo ahora al médico... ¡Siempre halla el peor momento, eh!
Y me voy corriendo lo más lejos que puedo, casi sin ser consciente de que lloro. Lloro, porque no he hecho ninguna de las dos cosas que quería hacer, y lloro porque he sido defraudado. Lloro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario