jueves, 20 de noviembre de 2014

Cuento popular - El patito feo ( 20 años más tarde)

Me encuentro agotado después de la carrera que, por cierto, acabo de ganar contra mi viejo amigo Alf. Ahora todo es mucho más sencillo, desde que me escapé de aquella oscura y mugrienta granja donde nací, no he vuelto a tener  ningún problema serio. En estos veinte años, apenas he tenido noticias de mi antigua familia.
La tecnología llegó a nuestro lago de cisnes pocos meses después de mi acogida, cuando unos humanos con extraños artilugios vaciaron todo, no dejaron ni una gota de agua estancada. En lugar de eso, nos dejaron unos grandes cuencos con agua y comida respectivamente, los cuales venía un chico a rellenar cada mañana. La verdad es que eso nos sentó muy mal, y estuvimos a punto de revelarnos contra ellos, cuando después de una semana, los humanos volvieron al lago vacío. Esta vez no nos dejaron mirar lo que hacían, y nos metieron en unas jaulas opacas. Debimos de estar allí horas, por lo que me dormí. Me despertó una luz cegadora, la puerta estaba abierta. Todos salimos de nuestras jaulas. Estábamos en el mismo lugar, nada parecía haber cambiado, así que me tranquilicé. Una mujer, sin que yo me lo esperase, me inyectó una jeringa, con un líquido naranja. Desconcertado, miré alrededor. Más personas hacían lo mismo con mis amigos. Minutos después, los berridos que emitían los humanos comenzaban a tomar sentido en mi cerebro, era capaz de comprenderlos. Me esforcé mucho para no prestar atención al fuerte mareo que sufría y concentrarme en escuchar al grupo de personas que hablaban en una esquina. Tuve que hacerme el dormido, pues el resto de cisnes dormía de verdad, y quizás fuese para que no pudiesen escuchar ni ver sus movimientos y palabras, debía aprovechar mi oportunidad para enterarme de su plan.
- Pobres animales, si fuesen conscientes del porqué hacemos esto…
- Pero Marta, con el suero que les inyectamos, ni siquiera van a poder reconocer que el agua ya no es agua, que son píxeles. Para eso es la inyección, ¿no?
- Sí, pero el  jefe me dijo que esta es la primera vez que el suero era probado en animales, y que podía tener alguna repercusión en su cerebro. Quizá no noten nada, pero no son tontos. Verán extraño que ya no puedan beber del agua del lago, como llevan haciendo toda su vida, y tengan que salir a comer y beber a un comedero en el exterior, como hamsters enjaulados.
-Son animales de costumbres… Claro que lo verán raro al principio, pero ya verás como dentro de una semana, no recuerdan ni el sentimiento de mojarse al nadar, y ven de lo más normal del mundo tener que salir para alimentarse, no te preocupes.
- Qué asco de gobierno… Una sequía no es ningún motivo para vaciar un lago, destruirles la vida a tantas especies… Además, enseguida volverá a llover, y se habrá gastado muchísima energía en el mantenimiento de todo este sistema de píxeles en 3D, y en la energía gastada para llevar el proyecto a cabo… Y menos mal que la cifra de especies de aquí era tan elevada, que si sólo fuesen cisnes, seguro que no se habrían ni molestado en esto. Les bastaría con llevarse a los cisnes y cenarlos esa misma noche. Como decía, un asco. Pero esta vez no les ha importado que montemos todo esto, porque el dinero sale del incremento de impuestos de todo el país, me parece vergonzoso.
-Lo sé Marta, pero no le des más vueltas al asunto, debemos irnos, no deben despertarse y vernos aquí, quizá ver a un humano despierte de nuevo su memoria…
- Es verdad, vámonos… Prometo volver algún día y devolverles la naturaleza a estos pobres animales inocentes.
En ese momento, ambos se subieron al camión seguidos de las demás personas, que sólo escuchaban y asentían. Arrancaron y en un minuto desaparecieron de allí.
Cuando ya no vi nada, me levanté y, salté al falso lago. El suero no debió de hacer en mí el efecto que ellos querían, por lo que me enteré de todo. Estuve meditando en el agua sobre si los demás también podían desde entonces entender a los humanos, o era yo el único.
Y esa duda he conservado desde ese día. No ha vuelto ningún humano desde entonces, por lo que no tengo respuesta alguna. Desde entonces, sólo yo conozco el secreto sobre nuestro lago, nunca he querido contárselo a ninguno de mis amigos, por si eso afectaba a su felicidad.
Ayer, Jara me contó que la granja más cercana (en la que yo nací) había cerrado, y que las aves que allí vivían iban a ser trasladadas aquí. Jara es mi mejor amiga, me ofreció ir a comprobar si también habían trasladado a mi antigua familia, pero yo negué la invitación. Claro que mi familia estaría aquí. Eran los favoritos del granjero, por nada del mundo hubiese querido el mal para ellos, asi que habrían escogido este como su nuevo hogar, la mejor alternativa.
Desde ayer no paro de darle vueltas al asunto, desde luego, es la peor noticia que he recibido nunca. Odio a mi familia, nunca me quiso aceptar únicamente por mi aspecto, y eso es despreciable. Además, mi vida está aquí, no con ellos, hace dos décadas que no los veo. Ahora, sentado en la falsa orilla con Jara, veo un camión llegar. Me resulta familiar, y no puedo evitar acordarme del día en el que me hice aquella pregunta para la que aún no tengo respuesta. Vuelve a ocurrir lo de hace veinte años, y yo, vuelvo a escuchar la conversación que mantienen. Esta vez, van a agrandar el lago, debido al traslado de las aves de la granja cerrada. Veo como lo vuelven a vaciar, esta vez no nos encierran, ya que no es peligroso desinstalar el sistema eléctrico, y no hay jaulas para todos nosotros. Todos duermen, pero yo estoy despierto, y tengo los ojos más abiertos que nunca, atento a cualquier detalle, aunque no entienda exactamente lo que hacen. De repente, una mano suelta un cable y el agua de píxeles desaparece. Miro a la mujer que lo ha hecho, es Marta, no puedo evitar sonreír. Aún me acuerdo de ella. Sigo esperando así durante horas, pero esta vez tardan mucho, así que caigo dormido.
Al despertar, han terminado, y el lago es ahora más grande. Detrás mío, tienen unas cajas como en las que nos encerraron la última vez, y las meten en el camión mientras hablan.
-No entiendo como han podido soltar en este hábitat a estas aves, están hechas para vivir en una granja, aquí no aguantarían mucho. Menos mal que nos dejan llevárnoslas.
-Sí, aún recuerdo la última vez que vinimos… Marta, has cumplido tu promesa, has devuelto el agua real a este lago, y encima lo has agrandado. Eres grande.
-No fue muy difícil engañarles, por lo visto nadie ha vigilado el sistema eléctrico en todos estos años, y me han permitido agrandarlo con la excusa de que hay nuevas aves, pero lo que no saben es que estas aves no pueden vivir aquí, y que mi tía tiene una granja excelente donde pueden estar el resto de su vida. Además, tampoco he tenido problema diciendo que al renovar el sistema, produciría electricidad por su cuenta, y no iba a gastar dinero, y que el agua era para un gran depósito del bebedero que no tuviese que ser rellenado en medio año. No me digas que no es el plan perfecto para haberles devuelto a estas criaturas su naturaleza.
-Es el plan perfecto, has cumplido tu promesa, nunca es tarde para hacerlo, y tú tardaste, pero mereció la pena.
-Gracias, de verdad. Me da pena despedirme de ellos. Espero que os vaya bien en vuestra nueva y real casa, cisnes.
Y con estas palabras, cierra la puerta del camión y todos se marchan.
A veces, cuando la vida te trata mal, eres capaz de vivir más feliz luego. Y parece mentira que el que creía el problema de mi vida, se haya resuelto en dos días, aunque el otro problema, haya tardado veinte años. Creo que ahora soy feliz, aunque me falte una respuesta a mi pregunta, pero creo que ya no me importa encontrarla. Hay muchas preguntas sin respuesta en la vida, y esta es una de las más insignificantes.

Carmen Gil

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